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miércoles, abril 04, 2007

El Jardín de Prisciliano



Ésta es la única foto que he podido sacar esta tarde durante mi paseo entre aguacero y aguacero. ¡Nunca llueve a gusto de todos! Mi cuñado está encantado con el agua porque está arando y necesita agua para la sementera. Pero es odiosa para los paseantes.
Lo que veis es el Jardin de Prisciliano, obispo de Ávila, condenado por hereje, martirizado y decapitado por los propios cristianos.
El pobre hombre buscaba una iglesia más pobre, más rigurosa, menos lasciva y se encontró con que no estaba el horno para esos bollos.
Curiosamente, a pesar de su ascetismo, permitió a las mujeres asistir a las oraciones y lecturas de la Biblia junto con los hombres. Una posición bien adelantada, que sin embargo fue mal vista por todos aquellos clérigos que tenían concubinas, hijos, joyas, tierras y siervos.
¡Somos una raza rara! Como vereis, de vez en cuando, pero muy de vez en cuando, me pongo profunda.
Será la época. No hago bromas del momento, ni mucho menos. Sin ser creyente, soy educada, pero nunca me gustó la Semana Santa. Por varias razones: una, mi abuela había terminado la labor del invierno: calcetinitos y braguitas de ganchillo. el domingo de Ramos había que estrenarlos por lo de: "Domingo de Ramos, el que no estrena no tiene manos". Dos, siempre tenía asma por esta época y me pasaba el día con el pañuelo y los ojos llorosos. Tres, había que comer potaje. Los ingredientes por separado me gustaban todos, juntos me producían verdadero asco. Otra pelotera en casa. Cuatro, como no había nada en la tele ni en el cine más que las películas del Padre Damián y Marcelino Pan y Vino, había que ir a las procesiones. Pues bien, me daban miedo los capuchones, pasaba un frío de rechupete y a la vuelta había que comer torrijas.
No me digáis que no eran penitencia aquellas vacaciones. Para colmo a la vuelta, los profes te obsequiaban con una redacción sobre la Semana Santa.
¿Habrá alguien que todavía quiera corregir redacciones así?
Abrazotes

1 Comments:

  • Yo también tenía braguitas de puntillas y las odiaba a muerte!!, además te ponían unos vestidos tan cortos que se veían todas, supongo que de eso se trataba. Era horroroso. Y qué me dices de los zapatos nuevos que siempre te hacían daño o aquellos vestidos que picaban por todas partes?.
    Sin embargo, a mi si que me han gustado las procesiones, el sonido de los tambores o los capuchones.

    By Blogger Unknown, at 9:51 p. m.  

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