Los casi olvidados
El pueblo, señorial en otros tiempos, hoy dormita a la sombra del palacio de la Duquesa de Alba. Ni el clima ni los presupuestos dan para que el parque que lo rodea sea un paseo totalmente placentero.
Y las luchas antiguas han dejado mella en algunas construcciones, como el convento de Santo domingo del siglo XIV. Tuvo que albergar un buen número de monjes porque las ruinas son importantes. Pero del esplendor pasado, poco queda.
Tal vez la inmensidad de estas tierras áridas y duras se lleve por delante todo, hasta las iniciativas de conservación. El castillo roquero de El Mirón es otra muestra de este paso implacable del tiempo y de las inclemencias de este clima. Un viento seco solano puede azotar las cumbres redondas de estas estribaciones durante días y días. ¡Hasta mi sombrero se llevaba! menos mal que Lucía corrió a recogerlo.
No hay nada mejor para hacer historia de nuestra historia que recorrer los pueblos perdidos, de corrales destartalados y maquinaria abandonada. De casas cerradas en calles imposibles porque no llevan a ninguna parte.
Y sin embargo, cuando uno trasciendo la pena de la soledad y la dificultad que tuvieron que vivir sus moradores, estos sitios aportan paz.
Los casi olvidados.
Abrazotes
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